[abrouxados] Re: neolengua

Durán Vázquez Durán Vázquez nomenekpos en gmail.com
Lun Mayo 23 02:06:00 CEST 2011


http://www.kaosenlared.net/noticia/sobre-movimiento-indignados-pienso-luego-estorbo-vs-consumo-luego-exis


*Sobre el movimiento de los "Indignados": Pienso luego estorbo vs consumo
luego existo* Reflexión sobre las causas socioeconómicas, la causas
sociológicas y la naturaleza ideológica del movimiento de los "Indignados".
¿Antisistema o no antisistema?  *Pedro Antonio Honrubia
Hurtado*<http://www.kaosenlared.net/colaboradores/pedroantoniohonrubiahurtado>|
Para Kaos en la Red | 21-5-2011 a las 21:19 | 1564 lecturas | 25
comentarios

*Pienso, luego estorbo. Consumo, luego existo*

"Pienso, luego estorbo", se podía leer ayer en una de las pancartas que
adornaban la Plaza del Carmen de Granada, lugar de la capital nazarí donde
durante todos estos días se viene relizando la acampada y la Asamblea del
movimiento de los "indignados" en la ciudad. Era una forma de transmutar a
la causa reivindicativa la famosa máxima del Filósofo francés René Descartes
hace ya casi cuatrocientos años: "Pienso, luego existo".

En general, es cierto que todo sistema que pretende imponer un totalitarismo
de pensamiento único sobre el global de la ciudadanía, y el capitalismo lo
es, no tolera el pensamiento heterodoxo, no al menos cuando dicho
pensamiento puede de alguna manera tener la capacidad de llegar a amplias
capas de la sociedad, y poner en peligro el funcionamiento mismo del
sistema. El "Pienso, luego estorbo", es una frase que puede ser
perfectamente válida para la sociedad consumista-capitalista actual, pero lo
es también para otros muchos tipos de sociedades, desde las tradicionales
sociedades teológicas, a las sociedades impuestas por los fascismos del
siglo XX, e incluso para muchas pequeñas sociedades tribales donde el global
de la población se mueve al son que marca una misma y uniforme estructura
cultural, aunque, obviamente, las diferencias en cuanto a fines de estas
últimas estructuras con las anteriores sean más que evidentes a poco que se
tenga un mínimo conocimiento en Antropología social y cultural.

Sin embargo, por ello mismo, tal frase no sirve para determinar una crítica
específica al sistema consumista-capitalista actual, en el que cual viven
miles de millones de personas en todo el mundo, y, específicamente, es el
sistema hegemónico y dominante en eso que llaman eufemísticamente el mundo
desarrollado. Más, por no salirnos de la famosa máxima cartesiana, bien
estaría completar la frase-protesta, dando sentido a la otra parte de la
reflexión solipsista propuesta por Descartes: "Pienso, luego estorbo.
Consumo, luego existo", diría yo.

Ahora sí, con esta otra frase, tenemos definido perfectamente el espíritu
totalitario que rige nuestra actual sociedad consumista-capitalista. El
capitalismo quiere gente que piense poco y que compre mucho. Quiere
convertir, ha convertido, de hecho, a las personas en meros sujetos
consumistas, sujetos-mercancía cuyo valor social se mide por su capacidad de
consumo, que, por supuesto, previamente deben poner su fuerza de trabajo al
servicio de las estructuras productivas en manos de la burguesía, del estado
burgués, y, en general, de los intereses de las clases explotadoras que
controlan con mano de hierro los designios de la economía globalizada, del
sistema-mundo capitalista. O, por convertirlo en un eslogan de estos que se
están escuchando estos días por las Plazas del estado español, el
capitalismo te dice: ¡Menos pensar, y más comprar!. Esa es su máxima, la
máxima por excelencia de la sociedad consumista-capitalista.

*No pienso, luego no estorbo. No consumo, luego no existo*

Apliquemos ahora una negación a la máxima mencionada: "No pienso, luego no
estorbo. No consumo, luego no existo". No es negación casual. Si partimos de
la base de que la inmensa mayoría de la población vive, ha vivido mucho
tiempo, y seguirá probablemente viviendo otro mucho más, sin cuestionarse el
funcionamiento real del sistema capitalista, sin pensar si es un sistema
justo o injusto, sin preocuparse si la riqueza de unos se construye sobre la
pobreza de otros, sin querer ver que la miseria y el subdesarrollo de los
pueblos del tercer mundo es una consecuencia directa del desarollo de los
países del primer mundo fundamentado en buena parte sobre la explotación de
los recursos naturales y humanos de estos primeros, podemos afirmar que es
un hecho que la inmensa mayoría de la población vive, ha vivido, y vivirá
"sin pensar", luego no estorba. Y como no estorba, no siente las cadenas.

La inmesa mayoría de la población simplemente se deja llevar por la
corriente cultural inserta en la sociedad que impone los valores propios de
la sociedad de consumo como valores de pensamiento único, hegemónico y
dominante, haciendo suyas las metas sociales que se le imponen desde esta, y
determinando el sentido de sus vidas según los códigos culturales que emanan
directamente de la ideología consumista-capitalista dominante. Los proyectos
de vida de millones de personas en los países desarrollados, se han
construído, y se construyen, sobre la base de la exigencias propias que la
sociedad de consumo impone en la mentalidad de los individuos que la
conforman, especialmente, y de manera clara, sobre los miembros de las
clases trabajadoras, a los cuales se los consigue alienar con los
fundamentos sociales del sistema haciéndoles creer que los intereses de la
sociedad de consumo, son equitativos a sus propios intereses como
ciudadanos, a sus propios intereses como sujetos que han sido arrojados a la
existencia, y que necesitan de un proyecto vital, una expectivas, unas metas
y unos códigos culturales valorativos que les srivan de guía para dar valor
a sus propias vidas, desde sus propios juicios de sentido.

Esta situación es especialmente significativa en las actuales generaciones
de la juventud del estado español, primeras generaciones, las nacidas
después de la muerte de Franco principalmente, educadas plenamente en los
valores de la sociedad consumo, a las que se les ha martilleado
incesantemente con todos y cada uno de los códigos culturales impuestos por
dicha sociedad, sustentados sobre dos principios fundamentales: el amor al
dinero y el sagrado respeto a la propiedad privada, las dos deidades por
excelencia de la sociedad de consumo, de las que emanan todos los demás
valores y mitos impuestos como verdades absolutas en la mentalidad de los
ciudadanos y ciudadanas.

Dentro de esos códigos de valores, por supuesto, se incluye el mencionado
"Consumo, luego existo". Tengo la impresión de que esta repentina explosión
de indignación generalizada, especialmente de esas generaciones nacidas
después de la muerte de Franco y que algunos estaban llamando ya la
generación perdida, o la generación ni-ni, tiene mucho que ver con la
negación de la máxima capitalista que sirve de referencia para las
reflexiones de este artículo. Posiblemente, tal explosión tenga mucho que
ver con el paso dado desde planteamientos generalizados de "No pienso, luego
no estorbo", a una situación devenida en "No consumo, luego no existo".

Después de toda una vida dejándose arrastrar por los valores propios de la
sociedad de consumo, habiendo hechos suyos tales valores como principios de
vida, de haber pensado que el éxito social es aquel que viene definido por
las estructuras propias del sistema, de no haber cuestionado en ningún
momento si dicho sistema es justo o injusto, no de haberse parado a pensar
si realmente había algún tipo de alternativa al sistema de valores sociales
dominante, de haber creído, consciente o inconscientemente, que simplemente
había que dejarse arrastrar por la corriente mayoritaria para alcanzar eso
que se conoce como una vida "digna", de no cuestionar el papel del dinero en
la sociedad (es más, habiendo hecho del dinero el motor central de sus
expectativas de vida y el guión estrella de las películas de sus sueños), y
de no haberse planteado en ningún momento el rol determinante que juega la
posesión de la propiedad privada de los medios de producción en la
estructura productiva (y la consecuente explotación y control del poder
político que de ella se deriva), de repente una generación entera se ha
visto abocada a una situación en la que nada tiene, en la que todos esos
sueños construídos sobre el valor del dinero y sobre los códigos culturales
propios del capitalismo, se ha acabado por convertir en una pesadilla, su
propia pesadilla consumista-capitalista: "No consumo, luego no existo".

*Tanto tienes, tanto vales: si nada tienes, nada vales*

No pensaron, luego no estorbaban. Pero por no pensar, no pensaron si quiera
que dejarse arrastrar por los valores de la sociedad de consumo, por el
"Consumo, luego existo", por el "tanto tienes, tanto vales", era una
peligrosa arma de doble filo: si no tienes para consumir, dejas de existir;
si nada tienes, nada vales.

Ahora, cuando de repente han empezado a descubir, abocados por las
circunstancias socioeconómicas, que para la sociedad de consumo nada tienen
los que nada poseén, que ellos, en realidad, nunca tuvieron nada, y que
ahora además tienen menos que nada: no tienen si quiera un futuro de
oportunidades al que agarrarse, que, en definitiva, "nada tienen, nada
valen", que han dejado de existir según sus propios códigos de valores
previamente interiorizados desde las estructuras ideológicas y culturales de
la sociedad de consumo, se han cabreado, y con razón: Se han indignado.

Es una indignación personal, fruto principalmente de la frustración que
genera sentir, darse cuenta, que todo aquello que te habían hecho creer, que
todos esos códigos de valores que te han hecho aprender como auténticas
verdades absolutas, como auténticos valores sagrados, no son más que un
engaño, una patraña, una fantasía, una estrategia para que te sometas a unos
intereses que no son los tuyos, para que te dejes arrastrar por una sociedad
donde para que unos pocos ganen muchos, otros muchos tienen que perderlo
todo. La naturaleza del capitalismo, escondida tras una realidad de
ensoñaciones egoistas y consumistas fruto de la alienación, nada más.

Es una indignación, por tanto, que nace de creer, de haber estado toda la
vida creyendo, que uno "vale por lo que tiene" (el triunfo del tener frente
al ser, decía Fromm), y que, en consecuencia, al no tener nada,
irremediablemente te lleva a acabar creyendo, aunque solo sea
incoscientemente, que no vales nada: frustración, desencanto, malestar
interno. Nada tengo, nada valgo. No consumo, luego no existo.

En esas estamos: nada tenemos, nada valemos. O eso pensamos. ¡Indigados!

*¿Egoismo o lucha por la justicia social?*

Tal vez esto sirva para explicar porqué los mismos que se negaron a salir a
protestar contra los recortes sociales en la Huelga general del 29 de
Septiembre, que poco menos querían fusilar a los controladores aéreos por
atreverse a hacer una huelga legítima mientras pocos días antes no se habían
indignado en absoluto cuando el gobierno anunció el fin de la prestación a
los parados de larga duración, que hasta prácticamente ayer preferían
charlar sobre fútbol con sus colegas que leer un artículo sobre los orígenes
de la crisis en cualquier web de internet, que pasaban por el lado de una
manifestación de la izquierda alternativa y poco menos que la veían como una
atracción de feria, que nunca jamás pensaron que era necesario un cambio
social para acabar con las insjusticias del sistema capitalista, ahora hayan
salido en masa a las calles, junto a esa izquierda combativa y
reivindicativa que ha estado ahí, en la calle, desde hace mucho, a pedir
poco menos que una reforma integral de los principios fundamentales que
sustentan el estado burgués desde las instituciones: el poder financiero y
el poder político arrojado en manos de los testaferros de este primero.

Y tal vez, esto explica también, porque se niegan muchos/as a que los llamen
antisistema: sencillamente porque no son antisistema.

No lo son: están cabreados, indignados, porque el sistema los excluye, no
porque el sistema excluya, sin más. Si los excluídos fuesen otros, como lo
han sido siempre...

Están cabreados porque el sistema los ha engañado a ellos (mi, yo, conmigo),
no porque el sistema sea injusto, fuese injusto aún cuando ellos preferían
dejarse llevar por la corriente, y aún cuando ellos no formase parte de los
excluídos del sistema, si es que alguna vez no lo han formado. "No son
antisistema, el sistema es anti ellos", dicen. Y llevan razón, insisto.

Están cabreados porque sus sueños, determinados y condicionados por los
valores del sistema, no se cumplen, a una misma vez que ven que hay otros
que siguen viviendo a todo tren dentro de esos valores del sistema con los
que ellos siempre han estado, y siguen estando, de acuerdo; aunque ahora se
quejen.

Están cabreados porque ahora el sistema que abrazaron como fuente única de
sus proyectos vitales, del sentido de sus vidas, en base a esos mismos
proyectos vitales, los ha dejado fuera de juego. Off side. Fallo se sistema
(interno).

Están cabreados porque quisieran tener todo eso con lo que siempre han
soñado: dinero, éxito, un coche lujoso, un piso en propiedad, etc, etc., y
no pueden tenerlo; no les dejan tenerlo; pese a que hay otros que sí lo
tiene, lo siguen teniendo.

No están cabreados porque el sistema sea intrínsecamente injusto, no están
cabreados porque haya explotación a gran escala, o porque a los pueblos del
tercer mundo se les siga robando día a día sus riquezas, no están cabreados
porque el modelo productivo esté llevando al Planeta a su exterminio, ni
están cabreados, en definitiva, porque el fundamento mismo del sistema sea
la desigualdad económica y la injusticia social, sino, simplemente, porque
ahora, en medio de esta crisis económica gigantesca, de esta envestida
brutal de las clases explotadoras sobre los intereses y derechos de las
clases trabajadoras, ellos (mi, yo, conmigo), están perdiendo: se han
quedado fuera de sus propios sueños consumistas-capitalistas.

*De 1984 a un "Mundo Feliz": la naturaleza de los indignados que dicen no
ser antisistema*

Escribía el otro día en un artículo sobre el 15-M y la lucha de clases, que
me parecía orwelliano que fuese posible manifestarse contra el sistema, y
creer que no se es un anticapitalista, o, más orwelliano aún, que fuese
posible pedir la cabeza de políticos y banqueros, de boca de precarios,
parados y explotados, pero sin que tal hecho sea, pueda ser, lucha de
clases. Obviamente, sigo pensando lo mismo. Toda expresión de resistencia y
lucha de las clases trabajadoras contra las injusticias generadas por el
sistema capitalista, contra los privilegios de las clases oligárquicas, son
una manifestación de la lucha de clases, aunque los presentes no tengan
consciencia de ello, porque simplemente no sepan siquiera qué es eso de la
lucha de clases.

Sin embargo, como casi todo lo relacionado con el sistema totalitario de
pensamiento único impuesto por las estructuras culturales y políticas
consumistas-capitalistas, profundizando un poco en la naturaleza de este
movimiento que se ha generado tras dicha fecha (15-M), me parece que tal
hecho tiene mucho más que ver con algunos aspectos narrativos presentes en
"Un mundo Feliz", de Aldous Huxley, que con lo escrito por Orwell en 1984,
aunque ambas perspectivas son perfectamente complementarias para el caso que
nos atiene: la posición de ese grupo de "indignados" que una misma vez que
protestan contra el sistema, dicen no ser antisistemas; que, en todo caso,
el sistema es antiellos (sic).

En concreto, decía que me parecía orwelliana dicha situación, en la medida
que me recordaba a la idea expresada en 1984 a través del concepto
"Doblepensar", esto es, la capacidad de pensar como verdaderas, desafiando
el princio de no cotradicción presente en toda lógica desde Platón y
Aristóteles, una proposición y su contraria, y poner al fin cualquiera de
ellas al servicio del pensamiento único cuando así sea requerido por el
sistema. Rebelarse contra el sistema conscientemente y decir a una misma vez
que no se es antisistema, me parecía una buena muestra de tal concepto. Me
lo sigue pareciendo, de hecho.

Doblepensar, según el magnífico libro de Orwell, significa en concreto el
poder, la facultad de sostener dos opiniones contradictorias
simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente.
El intelectual del Partido (que controla el poder en la sociedad descrita
por el escritor inglés en su famosa novela) sabe en qué dirección han de ser
alterados sus recuerdos; por tanto, sabe que está trucando la realidad; pero
al mismo tiempo se satisface a sí mismo por medio del ejercicio del
doblepensar en el sentido de que la realidad no queda violada. Este proceso
ha de ser consciente, pues, si no, no se verificaría con la suficiente
precisión, pero también tiene que ser inconsciente para que no deje un
sentimiento de falsedad y, por tanto, de culpabilidad. El doblepensar está
arraigado en el corazón mismo del Ingsoc (doctrina ideológica que se impone
como única en la sociedad de 1984), ya que el acto esencial del Partido es
el empleo del engaño consciente, conservando a la vez la firmeza de
propósito que caracteriza a la auténtica honradez. Decir mentiras a la vez
que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga
recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo
por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin
dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega. Eso
es el doblepensar.

Así que protestar contra los bancos, el sistema financiero internacional o
los políticos que sirven de testaferros al capital, y, a una vez, negar que
se están manteniendo planteamientos antisistema, me parece un coherente
ejercicio de doblepensar aplicado a la sociedad consumista-capitalista
actual. Uno se puede rebelar contra partes del sistema, pero negándose a sí
mismo que la condición de su protesta es antisistema se mantiene siempre
dentro de los límites y los planteamientos del sistema. Doblepensar... al
servicio del sistema.

Ahora bien, si ciertamente, como he dicho, no reniego de esta reflexión, y
la considero en buena medida válida, y perfectamente ajustada a parte de la
realidad de los hechos que estamos viviendo estos días, considero igualmente
que existe un personaje en la novela de Huxley ("Un Mundo Feliz"), que se
ajusta todavía con más exactitud a estas actitudes de negar la condición
antisistema de las protestas que estos días están siendo defendidas por
muchos y muchas a través de las redes sociales, los foros de internet y las
propias asambleas ciudadanas de los "indignados".

Este personaje tiene por nombre Bernard Marx, en la novela pertenece a la
casta Alfa-Más (una de las castas superiores), pero posee características
diferentes a la del resto de las personas que pertenecen a ésta, debido a
que, decían de él chistosos su compañeros/as de casta, cometieron un error
en su proceso de envasado (gestación del nacimiento del individuo a medida
de lo que exige de él la sociedad) y se puso alcohol en su ración de
sucedáneo de la sangre. Por ello, Bernard era marginado por la sociedad, los
de su casta se reían de él, y hasta los que no pertenecían a su casta le
daban la espalda debido a sus características físicas diferentes. En
consecuencia, durante buena parte de la novela Bernard Marx muestra
constantemente su indignación y su cabreo con el sistema, no lo acepta y
trata una y otra vez de rebelarse contra él en la medida de lo posible. Deja
de obedecer el Fordismo (doctrina ideológica que se impone como única en
esta otra novela), tiene una escandalosa vida sexual (por ser demasiado
casto en relación a la promiscuidad propia del resto de los miembros de la
sociedad) y se identifica en muchos momentos como enemigo de la sociedad al
conspirar contra el orden y la estabilidad establecida.

Sin embargo, a medida que avanza la novela, por una serie de hechos que van
sucediendo y que llevan a Bernard Marx a alcanzar el éxito social que hasta
entonces se le había negado, descubrimos que, en realidad, Bernard no es
ningún antisistema, sino que únicamente "el sistema era anti él". En cuanto
Bernard paladea el sabor del éxito social y pasa a ser uno más entre los de
su casta, no sólo no reniega en absoluto de su condición como tal, sino que
se muestra como el más fiel defensor de los valores propios del sistema que
por tanto tiempo detestaba, o de alguna manera trataba de detestar, porque
lo estaban excluyendo. En cambio, cuando el sistema pasó a brindarle sus
favores, a Bernard se le olvidó toda crítica contra el sistema, es más,
amaba el sistema como el que más, estaba tan determinado por los valores
impuestos por el sistema, como todos aquellos a los que tanto había
criticado desde perspectivas coyunturalmente antisistema cuando el excluído
era él.

Este personaje contrasta además con la existencia de otro personaje en la
novela, Helmholtz Watson, que, pese a tener todo lo necesario para ser un
triunfador dentro de los valores establecidos por el sistema, y de hecho lo
era, se rebela conscientemente contra él, al entender que su capacidad de
pensamiento crítico, su libertad como sujeto, y sus perspectivas de futuro
estaban totalmente determinadas por el sistema, un sistema que además era
injusto y generaba una desigualdades inaceptables. Con el desarollo de la
novela, por su lado, descubrimos que Helmholtz Watson era un verdadero
antisistema, consciente y orgulloso, a diferencia de su amigo Bernard Marx,
al que en muchos momentos se había sentido unido por ser ambos críticos con
el sistema, y estar en apariencia en una misma sintonía ideológica.

Sin embargo, llegada la hora de la verdad, cuando ambos personajes son
condenados a ser desterrados a la "isla", una especie de lugar de castigo
donde se llevaban a las personas que desarollaban un pensamiento subjetivo
no acorde a los valores propios del Fordismo (sistema único de pensamiento),
Helmholtz Watson (Pienso luego estorbo), se siente feliz, pues allí podrá
continuar con la elaboración de su propio pensamiento, allí podrá seguir
pensando por sí mismo, y allí podrá, además, conocer otras personas que
también están en esa misma dinámica antisistema que les permite tener y
desarollar su propio pensamiento al margen de lo impuesto por el sistema
totalitario dominante y hegemómico en la sociedad de "Un mundo feliz".
Bernard Marx, por su parte, (Consumo luego existo), al enterarse de la
noticia, dice que prefiere ser ejecutado antes de lo que envíen a esa isla
al margen de la sociedad, antes de que, en definitiva, lo saquen del
sistema, de un sistema que él simplemente había cuestionado de manera
coyuntural por sentirse exluído y rechazado del mismo, en ningún caso por
creer de veras que el sistema era injusto. He aquí la confrontación que da
título a este artículo: "Pienso luego estobor vs consumo luego existo".
Helmholtz Watson vs Bernard Marx.

Mucho me temo que, al menos por ahora, entre los asistentes a este
movimiento de los indignados, hay muchos más Bernard Marx, que Helmholtz
Watson, es decir, muchos más que se manifiestan contra el sistema única y
exclusivamente porque el sistema, de manera coyuntural, es antiellos, que
porque realmente crean que el sistema es injusto y habría que cambiarlo
hacia otro modelo de sociedad y otro sistema económico, más igualitaria, más
justo.

Muchos, que, a la hora de la verdad, preferían ser "ejecutados" antes que
ver cambiado el sistema, muchos que tienen tan interiorizados los valores
del sistema, que por más que se manifiesten contra aspectos concretos de él,
a la hora de la verdad estarían en la barricada que defienda el sistema, si
llegase el momento de una verdadera revolución que quisiese acabar de una
vez y para siempre con el capitalismo.

Puede que Bernad Marx y Helmholtz Watson convergan en un momento determinado
en sus planteamientos y reivindicaciones, incluso en sus luchas, como ahora
está convergiendo la Izquierda anticapitalista y revolucionaria de siempre
con grupos de "nuevos indignados" que se rebelan contra su exclusión
coyuntural del sistema. Pero que nadie se confunda, mientras el Bernard Marx
de turno no cambie sus valores y sus perspectiva contra el sistema, mientras
no asuma una consciencia clara de que el capitalismo es un sistema
intrínsecamente desigual e injusto, que hay que derrocar para que la
sociedad y el mundo puedan avanzar hacia otro modelo necesario de justicia
social y fin de la explotación del hombre por el hombre, podrán convenger
coyunturalmente, pero no están en el mismo bando. No lo están, aunque lo
parezca.

Al igual que el personaje de la novela de "Un mundo feliz", Bernard Marx, si
esos que ahora están en las "barricadas" (acampadas, asambleas, etc.) junto
a los anticapitalistas y antisistema de siempre, mañana ven que sus
condiciones de vida mejoran, que sus sueños dentro del sistema vuelven a ser
satsisfechos por el sistema, olvidarán las injusticias del sistema y todo lo
demás, y volverán al rincón del que, en realidad, nunca se movieron, porque
sus consciencias nunca cambiraron: el de la defensa del sistema, el de la
alienación en los valores consumistas-capitalistas.

Porque, además, si la mayoría social sigue siendo como Bernard Marx, el
mantemiento del sistema está asegurado, y solo cuando la mayoría, a través
de un proceso de reflexión y de toma de consciencia real de las injusticias
del sistema, sea como Helmholtz Watson, el sistema estará en peligro. No es
el caso de lo que estamos viviendo ahora, pero ni de lejos.

*Condiciones subjetivas de la "revolución" de los Indignados*

Decía Marx que las correcciones que se puedan introducir en el sistema
capitalista no bastan para solucionar las crisis perpetua que éste provoca
en las clases trabajadoras, y que lo que entra en crisis es el sistema
mismo. Esta contradicción interna del sistema capitalista pone, según Marx,
las condiciones  objetivas  para la destrucción del mismo. Por otra parte,
esta situación de crisis hace que el conjunto de proletarios tome conciencia
de la situación en que se encuentra, amergiendo con ello unas condiciones
subjetivas que abren paso a los procesos revolucionarios. Cuando condiciones
objetivas y condiciones subjetivas convergen en una misma sociedad, se dan,
pues, los elementos necesarios para acabar con el sistema, que reduce a la
mayoría de los hombres a un estado miserable, y los despoja de lo que los
define como hombres, el producto de su trabajo. Se abre, en definitiva, el
camino a la revolución, hacia un mundo más justo, hacia una sociedad sin
clases, hacia el fin de la explotación del hombre por el hombre, hacia la
justicia social.

Obviamente, las condiciones objetivas en la actual situación del estado
español, no solo están dadas, sino que se van acentuando cada día que pasa.
45% de paro juvenil, casi cinco millones de desempleados, reforma laboral,
reforma de las pensiones, planes de ajuste, aumento de la pobreza,
desahucios, en fin, todo un conglomerado de situaciones y datos
socioeconómicos que ponen en jaque los derechos e intereses de las clases
trabajadoras. Una condiciones, no se niega, que han hecho posible esta
situación de manifestaciones, acampadas y asambleas que se están dando en
estos días a lo largo y ancho de todo el estado español, y aun en otros
puntos del Mundo, en apoyo a las mismas.

Sin embargo, parece que las condiciones subjetivas que han desencadenado
esta repentina explosión de indignación, no son precisamente las de una toma
de consciencia para llevar a cabo un verdadero proceso revolucionario, me
temo que si quiera proceso alguno de cambio estructural, todo lo más, si
acaso, algunas reformas puntuales del sistema político y económico vigente.
Como digo, no aprecio que haya una verdadera consciencia generalizada sobre
la necesidad de cambiar un sistema que en intrínsecamente injusto. Aunque se
griten y se lance proclamas contra el sistema, me temo que las condiciones
subjetivas de estas movilizaciones están más centradas en el deseo de poder
recuperar un espacio individual dentro del sistema, sin cuestionar si es
justo o injusto el mismo, que en una verdadera consciencia sobre la
necesidad de un cambio de paradigma político, social y económico que acabe
con un sistema desigual por definición como es el capitalismo, da igual en
su vertiente neoliberal o en cualquier otra versión, más o menos reformada.

Las condiciones subjetivas de esta "revolución" de los indignados, al menos
de partida, no son, por tanto, a mi parecer, las condiciones subjetivas que
permiten un cambio revolucionario: la toma de consciencia de la clase
trabajadora sobre su situación de explotación y miseria dentro del sistema
capitalista, y el consecuente deseo por acabar con el sistema que produce
dicha condiciones de explotación y miseria, no desde una perspectiva
subjetiva (de los intereses de cada cual), sino desde una perspectiva de
clase, desde un deseo por acabar con la explotación, de generalizar la
justicia social, y de no permitir que nunca más allá personas que queden
excluídas por el sistema reinante; aunque no seamos nosotros/as.

Ojalá y todo este movimiento pudiese canalizar, en un día, un mes, un año,
una década, da igual, en una situación verdaderamente revolucionaria, en un
verdadero deseo de acabar con el sistema capitalista, en una verdadera toma
de consciencia de que no es tolerable que se cometa una sola injusticia, que
no es permisible un sistema que extiende la pobreza, la miseria, el hambre,
la explotación, y el agotamiento de los recursos naturales, por el mundo
entero.

Ojalá, quienes hoy estén allí, en las plazas, gritando contra el sistema
bancario, contra los políticos corruptos, y contra una democracia
representativa que no otorga capacidad de empoderamiento a los
ciudadanos/as, todos, sin excepción, entiendan que el único camino posible
es la lucha frontal contra el sistema capitalista que genera tales
situaciones, aunque nunca antes se lo hubiesen planteado desde esa
perspectiva, y aunque el impulso primero que les ha llevado a estar en esas
plazas no sea más que la frustración generada por la incapacidad de poder
sastisfacer dentro del sistema los sueños y expectativas de vida que ellos
mismos se habían marcado siguiendo las imposiciones alienantes del propio
sistema consumista-capitalista.

Ojalá, en definitiva, todo esto sirva, cuando menos, para que haya una toma
generalizada de consciencia contra el sistema capitalista y sus injusticias,
para que la gente entienda de una vez que el único camino posible para
alcanzar una sociedad mejor es la lucha y la resistencia organizada contra
el sistema. De momento, simplemente no veo eso, y que me perdonen quienes se
están partiendo la cara en la organización de todo esto, antes los cuales,
sinceramente, estoy muy agradecido.

Lo que veo más bien es una minoría de gente que ya previamente estaba
conscienciada de los injusto y desigual que es el sistema capitalista, y me
temo que una mayoría de gente que están allí porque quieren recuperar los
sueños del sistema que el propio sistema les ha robado.  No veo, en
definitiva, condiciones para revolución alguna, ni, por supuesto, veo
peligro ninguno para el sistema: "No somos antisistema, el sistema es
antinosotros".

Pese a lo cual, insisto sinceramente y de corazón, me alegro, y mucho, de
todo lo que está sucediendo, y estoy siendo partícipe de ello en la medida
de mis posibilidades, siempre que mis "responsabilidades" en Kaos me lo
están permitiendo, y aún, por supuesto, dándole cobertura y seguimiento
continuado desde Kaosenlared, que también es un frente de organización,
difusión y lucha, de este, como de otros muchos movimientos.  Porque, dicho
sea de paso, lo cortés, no quita lo valiente, y no sólo de revoluciones vive
el revolucionario. La indignación generalizada contra las injusticias del
sistema, aunque sean desde el egoismo, y no desde la consciencia social
real, siempre son y serán bienvenidas. Pero, al menos yo, a mí mismo (mi,
yo, conmigo), no me quiero llevar a engaño...





El 9 de abril de 2011 13:31, Durán Vázquez Durán Vázquez <
nomenekpos en gmail.com> escribió:

> Toda reflexión que tenga que ver con la neolengua me parece
> interesantísima.
>
> ¿Se acuerdan de aquel avión de Gadafi que hace unas semanas caía del cielo
> en la portada de los periódicos?
> En los informativos decían que según el gobierno libio (perdón... el
> régimen libio) el avión era comandado por los rebeldes. Alguna periodista
> incluso arqueaba la ceja simulando incredulidad.
>
> Pues bien:
> http://voltairenet.org/article169346.html
>
> --
> Durán Vázquez____________
> http://cronicaelectronica.org/?p=duranvazquez
>



-- 
Durán Vázquez____________
http://cronicaelectronica.org/?p=duranvazquez
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